“Sorda” es un largometraje intrépido de la directora Eva Libertad que cuenta la historia de una pareja desde la recta final del embarazo hasta que su vástago cumple unos dos años. No es una historia convencional, ya que la protagonista, Ángela, interpretada por Miriam Garlo, es sorda (no de nacimiento) y su pareja, Héctor, interpretado por Álvaro Cervantes, es oyente.
La buena relación del principio, donde se aprecia la armonía entre los miembros de la pareja, evoluciona a otro tipo de relación más tirante. Y ahí es donde surge el concepto de coparentalidad y cómo su ausencia deriva en una situación desigual en la que uno de los dos miembros se encuentra “quemado”, mientras que el otro se siente “excluido”.
El realismo empapa la historia. Hay momentos profundamente privados y anclados a tierra y como espectadora me sentía testigo de la historia e incluso percibía cercanía física, era como estar en la misma habitación que los protagonistas, Ángela y Héctor.
Se pueden extraer temas universales del guión, como la dificultad del parto, lo complicado de la crianza, las discusiones conyugales o el reparto no equitativo de las tareas tras el nacimiento del bebé. A ello hay que añadirle la condición de sordera de Ángela, que se siente lógicamente incómoda en algunas situaciones sociales. Atención a la experiencia inmersiva en los últimos 15 minutos del largometraje, donde el espectador vive de primera mano lo que supone carecer del sentido del oído.
La actuación de Álvaro Cervantes es emotiva y coherente con la trama, y alcanza el culmen en la discusión de Ángela y Héctor casi al final del metraje, en una escena donde él brilla con un argumento desgarrado y ella expresa mucho con la mirada, los gestos y los sonidos. Resulta anodadante el parecido físico de la protagonista con la actriz estadounidense Jennifer Conelly, salvo por la diferencia de color de los ojos de ambas, ya que los de Jennifer son verdes mientras que los de Miriam son marrones. En relación a los rasgos faciales, cuando el gesto de la actriz española es serio, o en varias ocasiones de perfil, parecen hermanas separadas al nacer, contando ambas con una estructura ósea similar y un parecido físico innegable.
No tarda en salir a la luz uno de los principales problemas de cualquier pareja que deja de serlo para convertirse en tres, cuatro o familia numerosa: la falta de comunicación. Además, destaca la actuación de los actores de reparto que interpretan a los abuelos, Elena Irureta y Joaquín Notario, que enfatizan la sobreprotección que en ocasiones los padres ejercen sobre los hijos. También es destacable la actuación de los compañeros y amigos, tanto sordos como oyentes, que ayudan a explicar los entresijos sociales que les rodean.
La naturaleza es un elemento presente en la historia. El agua es un contexto relevante, cuando Ángela nada en un manantial o cuando flota en el agua del mar. Los animales también tienen cabida, con el protagonismo de Lukas, el perro de la pareja, o los pájaros en bandada.
La banda sonora es una caricia suave al oído que refleja el intimismo del largometraje. La compositora, Aránzazu Calleja, refleja la sensibilidad y matices de “Sorda”. Sólo hay que quedarse al final del metraje para comprobarlo, cuando avanzan los títulos de crédito finales.
La directora tardó unas seis semanas en rodar este largometraje de 99 minutos de duración cuyo germen está en un cortometraje rodado anteriormente por ella. Ha recibido la Biznaga de Oro a Mejor Película Española en el Festival de Málaga, además del Premio del Público, la Biznaga de Plata a Mejor Intérprete Femenina para Miriam Garlo y la Biznaga de Plata a Mejor Interpretación Masculina para Álvaro Cervantes compartida con Mario Casas por Molt Lluny. Eso sí es un “pleno” de premios.
Comentarios
Publicar un comentario