La última entrega de Jurassic World (2025) trae nuevas especies. Los dinosaurios reales, híbridos y mutantes conviven en el planeta. Entre ellos, destaca el Mesosaurio, una especie acuática. Muchas de las escenas se desarrollan en el agua, tanto en el mar como el ríos en medio de la hipotética selva ecuatoriana. Porque en realidad, este largometraje se rodó en Reino Unido, Malta y en el parque natural Hat Chao Mai de Tailandia.
El elenco principal lo componen 12 actores y actrices, el presupuesto ha sido de unos 265 millones de euros y Jonathan Bailey, que interpreta al paleontólogo Henry Loomis, participó en la banda sonora tocando el clarinete, un repertorio que por supuesto incluye el inolvidable tema musical original de Jurassic Park (1993) pero con otra sensibilidad instrumental.
El personaje de Jonathan Bailey, actor archiconocido por la serie “Bridgerton”, parece un intelectual flemático, pero pronto vamos descubriendo que tiene un espíritu libre y aventurero. La protagonista femenina es Scarlett Johanson, que interpreta a la experta en operaciones especiales Zora Bennet, una mercenaria fuerte, acostumbrada a las situaciones desafiantes, cuyo personaje tiene un dilema moral. El punto cómico a la par que criítico lo pone David Iacono como Xavier Dobbs, el novio de la hija adolescente de la familia naúfraga.
David Koepp, guionista de la primera Jurassic Park (1993) desarrolla también el guión de “Jurassic Park: Rebirth” con guiños a la película de los 90, sobre todo hacia el final del largometraje. Por ejemplo, presenta a los protagonistas escondidos tras unas estanterías para no ser vistos por los dinosaurios, o a uno de los responsables de la expedición tratando de huir con el ADN de varias especies en un maletín mientras conduce un jeep.
La versión original subtitulada tiene una contradicción sonora, debido a que los ecos de los animales chapoteando en el agua son intensos, llegando a vibrar la sala, pero los diálogos de los intérpretes del largometraje se escuchan en un tono casi suave. Ese contraste me ha impactado, acostumbrada a ver las películas de Jurassic dobladas al castellano.
El concepto de “renacimiento” del título se puede interpretar desde puntos de vista subjetivos y múltiples: El renacimiento de los personajes por sus historias personales previas o el argumento, que tiene lugar 5 años después de “Jurassic Park: Dominion” y revela una sociedad donde conviven dinosaurios y humanos con cada vez mayor apatía hacia los reptiles gigantes y se hace necesario un renacimiento de la emoción.
La producción pertenece al programa GrennerLight de Universal, siendo eco-friendly: en el rodaje se utilizaron coches eléctricos, vajillas reutilizables y se eliminaron más de 100,000 artículos de un solo uso.
La acción acuática, el encuentro de una familia civil con los expedicionarios profesionales y la presencia de dinosaurios aéreos, acuáticos y terrestres, alguno de ellos con un rostro parecido a Alien (1979), definen una historia donde se puede ver a un Tyrannosaurus Rex nadando bajo el agua, posiblemente uno de los mayores prodigios de este proyecto.
Preguntas retóricas y dilemas morales resuenan en esta última película jurásica. ¿Deben los descubrimientos médicos ser accesibles a toda la población mundial y no solo para los ricos? Si tuviera que definirla en pocas palabras, diría que sabe mezclar muy bien los subgéneros a través de los personajes: el aventurero, el intelectual, el crítico y el gracioso, desde el punto de vista visual aporta cierta espectacularidad y mezcla hábilmente novedades con reminiscencias, como cuando Henry Loomis comenta que estuvo trabajando para el doctor Alan Grant, el paleontólogo original de Jurassic Park (1993).
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