¿Os gusta bucear en el mar o preferís que vuestros pies toquen tierra firme? ¿Os sentís como peces en el agua cuando os sumergís? Para ejercer algunas profesiones, realmente hay que ser un fan del agua.
Cuando entré a ver esta película, previamente había visto una entrevista breve de Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, los protagonistas, y sabía que la historia tenía que ver con dos buceadores, aunque desconocía de qué clase eran. Descubrí que eran buzos industriales en la ría de Huelva. Según testimonios reales, la profesión de buzo industrial se considera “el segundo oficio más peligroso del mundo”.
Los buzos industriales tienen que contar con licencias internacionales y realizar tareas de construcción, reparación, inspección, mantenimiento y rescate en barcos, plataformas petroleras o presas. Están sometidos a condiciones de oscuridad, visibilidad reducida, fuertes corrientes y bajas temperaturas. Además, pueden estar expuestos a químicos y suelen tener habilidades mecánicas.
Antonio (Antonio de la Torre) y su hermana Estrella (Bárbara Lennie), son buzos profesionales. Él es apodado “El Tigre”. Como los tigres, es fuerte, sólido y valiente en su trabajo, mientras que ella representa más el estoicismo y el azote moral de su hermano. Su precario estatus personal da lugar a una situación peligrosa que conlleva un fuerte dilema moral. Poco a poco se va hilando su historia personal. Los personajes secundarios completan un elenco que aporta realismo al conjunto, aunque tienen menor presencia que la pareja estelar.
Antonio de la Torre y Bárbara Lennie han reconocido que ha sido uno de los rodajes más duros de sus carreras, ya que se tuvieron que enfrentar a horas de rodaje bajo el agua, mareos y otras visicitudes propias de la profesión de buzo, como estar metidos en trajes pesados y robustos. Los rodajes se llevaron a cabo tanto en tanques como en entornos naturales. El despliegue técnico es un aspecto destacable.
Cuando acabó la película, y al día siguiente, me quedó un buen sabor de boca. Hay una historia con elementos someramente emotivos y un final cerrado, bien definido, donde hay invertido trabajo y esfuerzo de producción.
“Los Tigres” procede del Festival de San Sebastián, donde compitió por la Concha de Oro, que perfectamente se podría haber llevado, y para mí, es un largometraje que merece la pena ver. Las escenas bajo el agua te adentran un poquito más en una profesión de la que poco se conoce, y para la que se requieren unas cuantas cualidades personales.
El mar, la exigente profesión de buzo, el apoyo fraternal, los dilemas morales y el sacrificio personal son ideas que dejan poso en este largometraje de Alberto Rodríguez, que firma su labor de dirección.

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